
Desde muy chica conecté con un vacío interno que me llevó a cuestionar lo que soy y cómo funciona el mundo, sin encontrar respuestas, mi mundo interno se volvió mi único recurso.
Por muchos años me volví la niña rara, silenciosa e introvertida que no encajaba en lugar alguno.
Dentro de mí habitaba un profundo dolor que reflejaba una carencia, y a su vez generaba un vacío.
Creo que todos anhelamos encontrar nuestro sentido en el mundo, entender en dónde podemos ser nosotros mismos. Quitando etiquetas o juicios, abriendo la posibilidad a SER y ESTAR.
Por suerte, cuando tenía 16 años me adentré a una clase de Yoga y esta me llevó a entender que las herramientas para sanar estaban dentro de mí. Me cayó el veinte de que ese sufrimiento era generado por mi misma y por lo tanto, la responsabilidad de cambiarlo estaba completamente en mis manos.
Por primera vez en mucho tiempo, sentí que mi existencia tenía un propósito, no sabia cuál, pero ya había un entendimiento de por dónde caminar.
Lo más bello fue que sentí una tranquilidad al darme cuenta que mi lugar en el mundo era un espacio interno. Yo tenía el poder de crearlo o destruirlo.
Desde ese momento empece a practicar Yoga de forma disciplinada y constante. El vacío permanecía, pero a partir de la práctica, se volvió en un motor que me impulsaba a re conectar con lo verdadero y permanente.
La vida tiene subidas y bajadas, es como una montaña rusa cuya parada final es el entendimiento de lo que somos en esencia. Así como hay momentos de gran felicidad, hay momentos de mucho sufrimiento y todo es un aprendizaje.
Encontré que para entender el vacío era necesario explorar un concepto básico en cualquier camino espiritual: DUKHA (sufrimiento)
En las enseñanzas de Budha se menciona el sufrimiento como parte intrínseca de la existencia. En otras palabra “vivir es sufrir“, desde el momento en el que naces puedes estar seguro que vas a experimentar sufrimiento. Lo bello es que hay un antídoto y está en nuestra manos haciendo ver que el sufrimiento es una elección.
Llegamos a este mundo a vivir ciertas experiencias que nos permiten aprender y crecer como ser humano. Las emociones, las situaciones, las personas… todo viene y va. Lo único que permanece al final es esa conexión interna… permanente y real.
Caminos hay muchos, pero recuerda que uno elige por dónde caminar. Nos fue dado libre albedrío y por lo tanto, somos responsables de nuestras acciones. HOY elige el gozo sobre el sufrimiento, HOY elige convertir el vacío en un motor de transformación.
Me encanto. Soy psicologa y estoy en busqueda del camino profesional – personal. Gracias por tus aportes